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De molécula tóxica a fármaco del futuro: esta es la historia del CBD

  • Un equipo de químicos de la Universidad de Illinois aisló por primera vez el cannabidiol o CBD, uno de los principales compuestos químicos de la marihuana, a partir de un extracto de la planta.
  • Describieron sus hallazgos en un artículo publicado en 1940, en el que demostraban, además de su importante contribución científica, que todavía faltaba mucho camino por recorrer: calificaban el compuesto de “tóxico” y descartaban que tuviera actividad en el cuerpo humano. Hoy sabemos que la molécula tiene valiosas aplicaciones para paliar los síntomas de enfermedades como la epilepsia, el alzhéimer o la esquizofrenia.
  • Recogemos los avances en la investigación de sus cualidades terapéuticas para contarte la evolución histórica en el conocimiento del CBD.
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El cannabidiol, más conocido por sus siglas CBD, es uno de los principales compuestos presentes en la planta de cannabis y uno de los responsables de sus valiosas cualidades terapéuticas. Su proporción, en relación con el resto de ingredientes químicos presentes en los extractos del vegetal, ronda el 40 %. Gran parte de la fracción restante corresponde al tetrahidrocannabinol (THC), otra molécula con abundantes propiedades que, a diferencia de su compañera, tiene efectos psicoactivos en el organismo.

Aunque hoy en día el CBD es conocido tanto por las comunidades científica y médica como por los usuarios de marihuana, no siempre ha sido así. A principios del siglo XIX todavía no se sabía con exactitud qué componentes y principios activos contenía la planta 'Cannabis sativa', pese a que el vegetal llevaba cientos de años utilizándose con fines medicinales y de ocio. Afortunadamente, las investigaciones de algunos pioneros de la época comenzaron a dar sus frutos. Aquellos primeros descubrimientos marcan el inicio de la historia del CBD y los avances en el estudio de esta molécula. En los próximos párrafos recorremos su evolución, plagada de descubrimientos e hitos.

De los años 40 a los 60: los primeros descubrimientos

El CBD fue aislado por primera vez por un equipo de investigadores del Departamento de Química de la Universidad de Illinois (Estados Unidos), a partir del extracto de marihuana. En el artículo donde describían el proceso y la estructura de la molécula, publicado en enero de 1940, aseguraban que "el cannabinol es muy tóxico pero no tiene actividad en la marihuana". Pese al logro de los científicos de Illinois, ningún otro experto volvió a interesarse verdaderamente en la molécula hasta más de 20 años después. Al fin, en 1963, el químico de la Universidad Hebrea de Jerusalén Raphael Mechoulam determinó su estructura exacta. Al año siguiente, su grupo de investigación consiguió otros logros: aislaron el THC por primera vez y lograron sintetizar ambos compuestos cannabinoides. Los trabajos de este experto y sus colegas abrieron un nuevo campo de investigación sobre la actividad farmacológica de los constituyentes de la marihuana.

Años 70: comienzan a estudiarse los usos terapéuticos del CBD

En 1973, un grupo de científicos brasileños anunció que el CBD reducía o incluso bloqueaba las convulsiones provocadas por la epilepsia en animales, un efecto que probó en pacientes con el trastorno neurológico a finales de la década. Aunque la mayoría de personas que recibió una dosis del compuesto experimentó alguna mejora, los resultados no podían considerarse definitivos todavía. Solo un año después, en 1974, unos investigadores del país descubrían por primera vez que el CBD actúa como un ansiolítico, reduciendo los síntomas de este trastorno.

A mediados de los 70, otros ensayos clínicos indagaban en otras áreas médicas: demostraban que la administración del compuesto calma las náuseas y vómitos provocados por la quimioterapia. También durante esta época se descubrieron los efectos sedantes del químico. Tras confirmar este fenómeno en animales, varios estudios demostraron que mejoraba el sueño de pacientes con insomnio. 

Años 1980 y 1990: el CBD en el tratamiento de la psicosis y la ansiedad

A pesar de que las publicaciones sobre el CBD se multiplicaron en la década de los 70, el interés por la molécula decreció durante las dos posteriores. Sin embargo, se produjeron algunos hitos importantes en este periodo.

Los avances continuaron sucediendo en Brasil: en 1980, un pequeño estudio realizado en São Paulo, en el que colaboró Mechoulam, fue uno de los primeros en revelar que el CBD disminuye las convulsiones en pacientes con epilepsia (en aquel caso eran niños). Otro trabajo posterior, de 1982, describía la primera evidencia de que el CBD tiene efectos antipsicóticos. Sus autores probaron en un grupo de voluntarios sanos que el compuesto inhibía síntomas como la percepción alterada, la despersonalización y el rechazo a la comunicación con otras personas. No obstante, el CBD no se administró abiertamente a pacientes hasta 1995, durante un ensayo clínico cuyos participantes mejoraron notablemente tras recibir un tratamiento con cannabidiol.

Pero los expertos comenzaron a considerar verdaderamente el potencial terapéutico de la marihuana en 1988. Ese año, los científicos descubrieron por primera vez el sistema endocannabinoide del cuerpo humano, es decir, los receptores cannabinoides que naturalmente se encuentran en el sistema nervioso. El hallazgo abrió la puerta a nuevos ensayos en diferentes áreas médicas que se publicaron durante la siguiente década. A finales de los 90, un grupo de investigadores de los Institutos Nacionales de Salud Mental estadounidenses reveló que el CBD es un potente antioxidante celular, mientras que otros trabajos posteriores indicaban que este efecto le confería, además, propiedades como neuroprotector. Estas cualidades hacen que el químico de la marihuana resulte útil para reducir la degeneración de las neuronas producida por enfermedades como el alzhéimer o el párkinson.

Durante los últimos años de este periodo se produjeron avances en otro ámbito: el legal. Los votantes de Alaska, Oregón y Washington legalizaron el cannabis medicinal, una medida que también apoyaban los mandatarios británicos. En 1998, la empresa farmacéutica GW Pharmaceuticals recibía la licencia para producir el medicamento Sativex, con la misma proporción de THC y CBD, para el tratamiento del dolor y los espasmos en pacientes con esclerosis múltiple.

Años 2000: el papel del CBD en las enfermedades autoinmunes

Durante la primera década de los 2000, se realizó otro buen puñado de investigaciones sobre el potencial terapéutico del CBD. Los ensayos, que utilizaban modelos animales, se centraban en dos áreas: su efecto en las células del sistema inmune y su poder antinflamatorio y calmante. Los estudios sugerían, por una parte, que el compuesto frena el avance de la artritis reumatoide y es capaz de regular la presencia de algunas moléculas implicadas en el desarrollo de tumores, gracias a su acción inmunosupresora y antinflamatoria. Por otra, demostraban la efectividad de los tratamientos con CBD para paliar el dolor crónico de origen neurológico en roedores.

Si bien la investigación sobre cannabis terapéutico continúa limitada por restricciones legales, decenas de estudios realizados durante los últimos diez años han encontrado nuevas evidencias de que el CBD puede tratar enfermedades como la epilepsia, la ansiedad, la esquizofrenia, las enfermedades cardiovasculares y el cáncer.

Entre estos trabajos, encontramos el publicado en 2011 por científicos del Instituto de Investigación del Centro Médico California Pacifico. Explicaban en su artículo cómo habían hallado pruebas de que el CBD puede frenar la metástasis de células cancerosas. Un año después, investigadores alemanes demostraron que el compuesto había reducido los síntomas psicóticos en pacientes con esquizofrenia.

Hoy en día, los estudios continúan sucediéndose pese a las limitaciones. Con el creciente número de países que han legalizado la marihuana medicinal, aumentan también las esperanzas de que los científicos lo tengan más fácil en un futuro, esperemos, no muy lejano.

14/01/2017

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