Wernard Bruining: decidimos que íbamos a convertir Holanda en el jardín de marihuana de Europa

  • Wernard Bruining es conocido mundialmente por ser el propulsor de la revolución de los coffee shops
  • Pero detrás de la historia de este incansable activista se esconde mucho más que la creación del Mellow Yellow, gracias a él la marihuana sinsemilla llegó a Europa y contribuyó en desarrollo de los híbridos de marihuana en los Países Bajos en la década de los 80
  • Idealista, soñador, creativo, un auténtico hippie que elevó el cultivo, la distribución y el consumo de cannabis en Europa a otro nivel
  • En esta entrevista nos cuenta todos los secretos de una época en la que se desarrollaron las variedades más legendarias en la absoluta clandestinidad

Wernard llega puntual a nuestra cita en la cafetería de la estación de tren de Utrech. A simple vista nadie diría que este alegre holandés de pelo largo y sonrisa afable ha sido uno de los agentes más importantes de la historia de la marihuana. A sus casi setenta años todavía conserva esa mirada curiosa, casi infantil. Ropa sencilla, aire campechano, una de esas personas que por algún motivo hacen que te sientas como en casa. 

En 1973, antes de que se reformara la ley del Opio en Holanda , abriste el primer coffee shop del mundo, digamos que de forma ilegal. ¿Por qué tomaste ese riesgo?

Por aquel entonces vivía con nueve personas más en una casa muy pequeña, todos éramos fumadores de cannabis y comprábamos bastante para que nos saliera más barato, vendíamos una parte y nos fumábamos el resto gratis. Éramos hippies, cuando necesitábamos dinero, íbamos a una agencia de trabajo, hacíamos cualquier cosa un par de semanas y listo, volvíamos a lo de siempre. En 1973 ocupamos la vieja panadería y siempre estábamos ahí fumando y tomando té y café, así que se nos ocurrió que podríamos convertirlo en un negocio, podríamos fumar gratis y no tendríamos que trabajar para las agencias.

Así que lo hice, registré la empresa a nombre de Mellow Yellow para hacer un guiño a los fumadores, ya que es el nombre de una canción de Donovan que dice que si no tienes nada para fumar puedes hornear pieles de banana y fumarlas. Si consumías hierba entendías el mensaje, pero pasaba desapercibido para el resto de gente, era el nombre ideal.

Así que fue algo improvisado…

Sí, totalmente, simplemente fluyó. Antes de los coffee shops, cuando querías comprar algo para fumar, ibas al sitio donde sabías que había camellos, en plena calle, te rodeaban de una forma un poco agresiva, "¿Quieres comprar hash, quieres hash?", y créeme, realmente tenías que comprar algo.

La mayoría de las veces además te timaban, envolvían las barritas de hachís con papel de plata y te dejaban ver la punta, cuando llegabas a casa y las desenvolvías, muchas veces más de la mitad era comida para perros o algo así. Así que quisimos elevar el nivel del trapicheo con drogas.

Todo lo vendíamos envuelto en plástico transparente, así los clientes podían ver todo el producto, piezas de 10 o 25 florines, sin regateo, simple. Ese fue el modelo que iniciamos y que se convirtió en el de los coffee shops.

Siempre había un vendedor que se sentaba en la barra como si fuera un cliente, porque así si la policía venía no podía cerrar el local, la ley por aquel entonces dictaminaba que si tenías un grupo de clientes fumando, tú como dueño no eras responsable de eso.

¿Qué tipo de producto vendíais en los primeros tiempos?

Hachís negro, hachís rubio, un poco de cannabis, Thai Sticks...

Quisimos elevar el nivel del trapicheo con drogas, ese fue el modelo que iniciamos y que se convirtió en el de los coffee shops.

Cuéntanos cómo fueron esos primeros años del famoso Mellow Yellow. ¿Creíste que se haría tan popular?

No, en realidad queríamos pasar desapercibidos y de repente teníamos colas larguísimas de gente en la calle. Eso es algo que empezó a llamar la atención, tanto de la policía como de otras personas interesadas en hacer negocio. De hecho Henk de Vries visitó el Mellow Yellow y pensó, "Lo que hacen estos hippies yo puedo hacerlo mejor", y así fue.

Nosotros no estábamos organizados, lo único que queríamos era fumar y jugar al futbolín. Solo abríamos cuando estábamos despiertos, que muchas veces era por la tarde. Lo que Henk hizo con el Bulldog fue abrir un negocio en condiciones, con un horario fijo desde las 9 de la mañana. Nosotros no estábamos interesados en el dinero, como te he dicho antes éramos un puñado de hippies que de repente nos topamos con algo que se hizo muy grande.

¿Qué sientes al pensar que fuiste el propulsor de la ola de los Coffee Shop?

No nos dimos cuenta. Hice las cosas como sentía que debía hacerlas y años más tarde la gente empezó a decirme que yo inicié la revolución de los coffee shops. Para mí, el Bulldog fue el verdadero primer coffee shop, al menos tal y como los conocemos hoy en día.

Yo no podía con el estrés de las redadas policiales, en sus inicios Henk tenía cinco redadas al día, yo no podría haber sobrevivido a eso. Él se ha llegado a despertar por la mañana con un montón de policías en su habitación, tipos como él son los que lucharon la auténtica guerra, nosotros la comenzamos pero luego nos hicimos a un lado.

Por aquel entonces tenías solo 23 años...¿Qué hace un joven en sus 20 con tanto dinero? ¿Cambió tu estilo de vida?

La cosa es que yo venía de una familia acomodada, estoy acostumbrado a tener dinero, es algo que no me interesa y nunca ha sido una motivación para mí. Antes del Mellow Yellow trabajé durante un tiempo para un banco y estaba a cargo de un montón de dinero, no vale nada, es solo papel. Mi estilo de vida no cambió demasiado, la verdad.

Parece que los incendios marcaron el destino del Mellow Yellow. Ocupasteis la vieja panadería de la calle Weeperzijde porque el edificio donde vivíais se incendió. Más tarde otro incendio en el 78 destruyó el coffee shop ¿Crees en las casualidades?

No creo en las casualidades, creo que todo lo que hago está relacionado de alguna manera con el universo, y si estás abierto a él y sigues sus normas, el universo te provee. Cuando el Mellow Yellow se incendió lo tomé como una señal para cambiar de etapa.

El Mellow Yellow desaparece y decides hacer un viaje a USA y allí descubres la marihuana sinsemilla, ¿Cómo te introduces en el círculo de cultivadores americanos?

Después del incendio me acordé de un cliente americano que solía venir por el local y siempre me decía que si algún día viajaba a los Estados Unidos fuera a visitarlo. Así que pensé que era un buen momento para hacerlo. Resultó que estaba muy bien conectado dentro de la comunidad cannábica americana, me presentó a un montón de gente y un nuevo mundo se abrió ante mis ojos cuando descubrí cómo los americanos cultivaban y trataban la marihuana.

Me quedé sorprendido por la calidad del cannabis, era muy superior a la que teníamos en Holanda, donde se vendía poca hierba y siempre de mala calidad e importada de Indonesia o lugares así. La hierba en Estados Unidos era otro nivel, la cultivaban ellos mismos, era marihuana sinsemilla, de mucha calidad. En aquella época un kilo de hierba de Indonesia en Holanda costaba 1000 florines y la vendíamos a 1500. En América, el kilo de hierba se vendía a 8000 dólares, lo que al principio me pareció una barbaridad, pero cuando la fumé lo entendí, era un producto completamente diferente, el sabor, el efecto...Era algo increíble.

¿Cómo surge la idea de llevar esa hierba a Holanda? ¿Cómo lo hicisteis?

Cuando descubrí la marihuana sinsemilla en América pensé que había que llevarla a Holanda, (donde había un marco legal mucho más favorable), y enseñar a los holandeses a cultivar esas genéticas de USA al estilo americano. Al principio simplemente comenzamos a importarla en maletas. Pagábamos a gente por hacer esos viajes en avión, así de simple. Nunca pillaron a nadie.

Comenzamos a necesitar más producto así que decidimos importar coches repletos de marihuana, también neveras, en fin, de todo. Se la vendía a Henk para el Bulldog a unos 12.000 florines el kilo, la hierba más cara de todas, él la vendía a 25 florines el gramo en el coffee shop, el doble.

Más tarde nos dimos cuenta de que lo mejor era producir esa marihuana directamente en Holanda. Ahí fue cuando nació lo que bautizamos como Green team, que estaba formado inicailmente por Old Ed, un cultivador americano de 65 años que sabía muchísimo sobre el tema, un par de chicos más y yo. Decidimos que íbamos a convertir a Holanda en el jardín de marihuana de Europa. Los americanos me explicaron que el secreto estaba en las semillas, que lo más importante eran las genéticas. Yo puse dos normas para el plan, la primera era que se vendería el producto en los coffee shops y la segunda era que el método tenía que ser difundido, cuánta más gente conociera el secreto, mejor. Mi objetivo era promover el autocultivo.

¿Así que Old Ed se mudó a Holanda y llevó sus genéticas?

Sí, comenzamos a cultivarlas, por suerte unos americanos que habían hecho mucho dinero durante la época de la Ley Seca en Estados Unidos nos prestaron dinero y con eso pudimos comprar una pequeña granja donde empezamos a cultivar. El primer año cosechamos unos 10 kilos y los vendimos a los coffee shop.

El tercer año, pusimos 1000 plantas, y fue entonces cuando vino la policía a advertirnos de que debíamos detener lo que estábamos haciendo. Así que tuvimos que buscar una nueva casa para esas 1000 plantas, comenzamos a preguntar a todos los que conocíamos y unos tipos nos ofrecieron ayuda, uno de ellos era Ben Dronkers. Pero eran muchas plantas, así que nuestras genéticas terminaron repartidas en varios lugares y así fue cómo dejamos de tener la exclusividad de esas variedades americanas, que se diseminaron entre varias personas, era previsible.

En 1985 Sam the Skunkman se une al Green Team…¿Qué cambió en el panorama holandés la Skunk? ¿Qué la diferenciaba de las variedades que había traído Old Ed?

Sí, nos contactaron dos americanos para unirse al equipo con sus genéticas, uno era Sam The Skunkman y el otro Ed Rosenthal. Decidimos pagarles billetes de avión a los dos. El plan era que que vinieran, hiciéramos una selección con sus genéticas, y a partir de ahí decidiríamos con quien trabajar. Así fue, Sam trajo su Skunk, así que terminamos eligiéndolo a él. Entonces el grupo cambió, pasó de ser una organización idealista a una que tenía como objetivo principal hacer dinero.

Para cuando Sam the Skunkman entró a formar parte ya éramos unos cuantos, dos americanos que trajeron una variedad llamada number1, que creo que tenía algo que ver con la Northern Lights, y tenían muy claro que querían forrarse de pasta. Pero sin duda las reglas del juego cambiaron con la Skunk, tenía menos hojas y más pistilos, y se vendía muchísimo más en los coffee shops. Antes de la Skunk a los holandeses no les gustaba la hierba, preferían el hachís.

Al principio la importábamos en maletas, más tarde comenzamos a necesitar más producto así que decidimos importar coches repletos de marihuana, también neveras, en fin, de todo...

En 1986 dejaste el Green Team ¿Por qué?

Todo cambiaba muy deprisa y empecé a agobiarme. Teníamos varios cultivos y producíamos cerca de 100 kilos de marihuana por cosecha, la cosa se estaba saliendo de madre. No me gustaba el concepto, cada vez necesitábamos más invernaderos, más riesgo, más estrés y todo por dinero, así que decidí que eso no era para mí y salí del Green Team.

¿Y qué hiciste después del Green Team?

Otra vez una cosa llevó a la otra y terminé importando sistemas de luz de Inglaterra para el cultivo indoor en Holanda, más tarde diseñé mi propio sistema, un amigo mío empezó a fabricarlos en el garaje de mi casa y comenzamos a venderlos.

Eso fue el año 1995, y se convirtió en un buen negocio, lo llamamos Positronics. También vendíamos semillas, todas esas genéticas en las que había trabajado durante años. Para mí las semillas son lo más valioso, un microchip que contiene la información de todo el trabajo que los breeders han hecho.

¿Qué variedades vendías en los inicio de Positronics?

Partimos de las genéticas que teníamos y les puse números, del 1 al 50, simple. El segundo año comenzamos a hacer cruces con ellas, el número 2 por la 10, a esa la llamé Viking. Y la Viking x la Skunk, esa fue la Holland's Hope, etc.

Así que te concentraste en Positronics…

No realmente. Tuve otra idea, se me ocurrió fabricar fertilizantes, pero de nuevo se hizo demasiado grande, era muchísimo trabajo, y eso a mí no me gusta. Así que lo dejé en manos de un amigo. A él se le ocurrió oficializar la marca y lo llamó BioBizz. Se quedó con el negocio y lo hizo funcionar realmente bien.

En 1988, se celebró en Ámsterdam la primera Cannabis Cup, Sam the Skunkman la ganó con Skunk#1 y curiosamente después decidió venderle todas sus semillas y genéticas a Neville. ¿Conoces el motivo de esta decisión?

No sé nada sobre eso, solo sé que Neville hizo algo que podríamos calificar de "anti-holandés" que fue hacerse muy público saliendo en la portada de la High Times con Kilos de hash y dinero. Después de eso tuvo serios problemas con la ley, hasta que finalmente lo metieron en la cárcel en Australia, y por lo que sé, Ben Dronkers pagó la fianza para que pudiera salir. Ben Dronkers, lo mismo que Hank del Bulldog son muy buenos "businessman", tienen esa capacidad de ser constantes en el trabajo y hacer crecer exponencialmente el negocio. Yo no soy así, a mí me gusta crear, pero una vez el proyecto está en marcha, pierdo interés en él.

¿Qué piensas de la ola regularizadora de los últimos años?

Yo siempre he dicho que el día que el cannabis sea legal yo dejo de consumir. Fumarte un porro es liberar la mente, y si te estás fumando una hierba que ha cultivado el gobierno entonces ellos deciden qué es lo que fumas. Estás jodido, no eres libre para nada.

Primero habría que legalizar el autocultivo y el consumo, y después se podría hablar de crear un sistema de licencias para empresas. Pero se está haciendo justo lo contrario, los gobiernos y las grandes empresas son los que están creando un sistema para abastecer al público de marihuana.

Solo aceptaré una regulación si los gobiernos admiten que ellos comenzaron la guerra del cannabis, que ellos son los criminales, y que han arruinado la vida de mucha gente. Solo si entonan el "mea culpa" podemos empezar a dialogar. De otro modo mi respuesta es: "Que os jodan, paso de fumar algo cultivado con vuestras manos sucias de sangre. No os queremos en nuestro negocio".

Si eliminas el libre albedrío, deshumanizas a las personas, las reduces a animales. Cuando tenía 18 años quería ser profesor, hasta que probé el cannabis, entonces mi mente se expandió y me dí cuenta de que el sistema educativo que hay establecido no promueve el pensamiento crítico, sino que produce esclavos, y esa revelación que cambiaría el curso de mi vida llegó porque me fumé un porro.

¿Te arrepientes de algo? ¿Cambiarías algo si pudieras?

No me arrepiento de nada. Seguramente hay muchas cosas que podría haber hecho mejor, pero ese es el proceso de aprendizaje de la vida, también creo que es necesario cometer errores, porque si piensas demasiado y no te arriesgas, no creas nada.

¿Qué es lo más importante que has hecho en tu vida profesional?

Lo que hago ahora. Ni el tema del coffee shop, ni el de los grow shop. En 1995 tuve un sueño revelador, y desperté con una idea muy clara: marihuana medicinal y nada más. Entendí que mi deber era difundir la información de que la marihuana tiene propiedades medicinales. Por eso creé el cannolator, un aparato para que los pacientes puedan hacer su propio aceite de marihuana de una forma sencilla.

16/10/2018

Comentarios de nuestros lectores

1 comentario
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  1. 5 sobre 5
    Es una leyenda viva, genuino, de él leí «Cannabis positivo». Es muy interesante cuando dice que dejará de fumar si las empresas y el gobierno dispensan el cannabis. En mi opinión ahí hay un punto a tener en cuenta, el cannabis puede modificar la conciencia, hacer ver las cosas de otra manera. Y ese aspecto se convierte en una pequeña resistencia al sistema capitalista de destrucción y muerte, pues, en el capitalismo, no sólo se producen mercancías, sino que la propia subjetividad, la propia conciencia, es también producida como una mercancía. Hay que tener en cuenta que la producción-consumo sólo se da bajo una determinada forma o estado de conciencia : la conciencia «normal». Por eso se excluyen del sistema a los «locos», los «dementes», etc. Su conciencia no se adapta a los cánones establecidos para la consecución de la producción-consumo. Por eso el cannabis puede crear ciertas grietas al sistema o, por el contrario, seguir sumando eslabones a nuestras cadenas.

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