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De paraíso del cáñamo a la represión más dura de Europa: así está la marihuana en Hungría

  • Las penas por posesión, consumo, venta y cultivo son muy elevadas, y las leyes no contemplan el uso medicinal. Sorprende que un país con larga tradición cannábica se cuente entre los más acérrimos defensores de la prohibición.
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La tradición del cannabis en Hungría tiene su origen muy atrás en el tiempo. El cultivo de cáñamo en la región comenzó incluso antes de la llegada de los antiguos romanos a esas tierras, allá por el siglo I antes de Cristo. Así lo han demostrado diversos grupos de arqueólogos, aunque la producción de objetos a partir de este material, como es lógico, no comenzó tan temprano.

Fueron oriundos dedicados a la agricultura los que empezaron a sacar partido al cáñamo, sobre todo para fabricar prendas y otros elementos textiles que están presentes en el folclore del país hasta el punto de ser un componente fundamental en el traje tradicional húngaro. La industria derivada de esta planta fue próspera durante muchos años, incluso durante el periodo de la Unión Soviética, cuando al lado occidental del muro comenzaba a imponerse el prohibicionismo.

Con la caída de la URSS, el cultivo de cáñamo, que ya había empezado a flaquear con las colectivizaciones, sufrió un importante varapalo del que solo se ha recuperado, poco a poco, en los últimos años.

Esta fuerte presencia de la planta en la historia de Hungría contrasta con la situación legal del cannabis en el país, que tiene una de las políticas más represivas de Europa a este respecto. El consumo y la posesión se castigan, para cantidades pequeñas, con penas de cárcel de hasta dos años, aunque los casos más extremos son poco frecuentes salvo que haya reincidencia. Para volúmenes mayores, los años de prisión suelen ir de uno a cinco (hasta quince, en teoría, si hay agravantes), y en ese caso es más difícil salir bien parado incluso de la primera infracción. 

Las penas por cultivar o vender también son muy elevadas y el uso medicinal, que en muchos países recibe un tratamiento distinto, ni siquiera se contempla en la legislación húngara. Tampoco parece que la situación vaya a cambiar en los próximos años, aunque algún medicamento aislado, como es el caso del famoso Sativex, podría recibir algún tipo de aprobación por parte de las autoridades.

A pesar de tantas y tan duras restricciones, los índices de consumo de marihuana en Hungría son muy elevados, sobre todo entre la población joven. Casi el 20 % de los húngaros de 16 años admitía haber probado el cannabis en 2012, siendo con mucha diferencia la sustancia más popular entre las consideradas ilegales.

Así las cosas, la situación de la planta en un país con larga tradición de cultivo y altas tasas de consumo es poco prometedora. Los planes de la nación no pasan por sumarse a la ola de legalización que está llegando a otros lugares de Europa, sino más bien todo lo contrario. A espaldas de la tendencia global y de los deseos de los ciudadanos, las políticas se están endureciendo. Hungría ha pasado de ser un paraíso del cáñamo a ejercer la represión más inflexible del Viejo Continente.

30/03/2016

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