En busca de la felicidad: cannabinoides y otras moléculas: parte 2

  • Tal como explicamos en la primera parte de este post, la búsqueda de la felicidad es un rasgo característico de nuestra especie. Sin embargo la forma en la que sentimos alegría, bienestar y plenitud, podría estar más ligada a factores biológicos que a condicionantes externos. Cuántas veces te has preguntado "¿Por qué no soy feliz si aparentemente debería serlo?"
  • Evidentemente en los niveles de felicidad de cada individuo intervienen varios factores, pero sin embargo, la ciencia demuestra que nuestro estado de ánimo depende, en gran parte, de ciertas sustancias que nuestro cerebro produce y/o recibe. La Doctora Tanja Bagar nos propone echar un vistazo a la bioquímica de la felicidad. ¿Te animas? ¡Vamos a ello!

¿Qué es la felicidad?

Dado que actualmente nos enfrentamos a una incidencia cada vez mayor de depresión, ansiedad y otros trastornos del estado de ánimo, la investigación centrada en la conexión del sistema endoconnabinoide y los estados emocionales es de suma importancia. La felicidad descrita en términos científicos viene definida por dos parámetros, uno temporal llamado hedonia y otro estático denominado eudeumonia(Berridge at al, 2011):

  • Hedonia: mide el nivel de satisfacción que somos capaces de obtener en momentos puntuales de nuestra vida. Por ejemplo después de ver una película que nos haya gustado mucho, después de una buena comida, al pasar un buen rato con nuestros amigos, etc. Está influenciada en gran medida por las circunstancias y las señales ambientales agudas.
  • Eudeumonia: Es un término general para medir cómo de satisfechos estamos con la vida a grandes rasgos, es decir, haciendo un balance general de nuestra experiencia vital.

Hay factores que afectan a los niveles de hedonia (cuánto disfrutamos de una situación en concreto), y otros que afectan a la eudeumonia, (cómo de bien nos sentimos con nuestra vida en general). Hay estudios que indican que el sistema endocannabinoide está involucrado en ambos aspectos, modulando la sensibilidad ante estímulos positivos y actuando como un sistema de amortiguación que atenúa las emociones negativas (Matsunaga et al, 2014).

¿Dónde se genera la felicidad?

Hay ciertas regiones en nuestro cerebro responsables de nuestro estado de ánimo, estas áreas cerebrales se denominan Hedonic Brain Hotspots. Con el fin de desentrañar el funcionamiento de dichas áreas, se hizo un estudio con grupos de individuos a los que se les expuso tanto a estímulos negativos como positivos con el fin de observar cómo respondía la actividad neuronal de estas áreas(Smih et al., 2007).

El resultado de dicho estudio determinó que después de recibir el estímulo positivo (una película que le gustaba al individuo, por ejemplo), estas areas del cerebro se activaban. De este modo, se pudo establecer qué regiones de nuestro cerebro están implicadas en nuestro estado de ánimo, en la sensación de felicidad. Se observó además, que estas zonas son las que tienen una mayor densidad de receptores de cannabinoides y también son las encargadas de producir los endocannabinoides. De este modo se estableció una conexión física entre el sistema endocannabinoide y cómo y a qué nivel somos capaces sentir felicidad y plenitud.

El estrés, enemigo número uno de la felicidad

La científica asegura que cuando se trata de alcanzar la felicidad, el estrés es uno de nuestros mayores enemigos. Cuando sufrimos estrés se produce un desequilibrio en nuestro organismo y para recuperarlo, nuestro cuerpo produce endocannabinoides. Hallazgos recientes demuestran la importancia de la señalización de los endocannabinoides en las respuestas ante el estrés, pues se ha descubierto que los endocanabinoides modulan diferentes componentes de la respuesta adrenocortical (Wang et al, 2015).

Explicado de una forma más sencilla, en una situación de estrés puntual, nuestro cerebro produce endocannabinoines para tratar de volver al equilibrio (homeostasis), que llegan a los receptores, hacen la función para la que han sido creados y desaparecen. No tenemos endocannabinoides en nuestro cuerpo en grandes cantidades por un tiempo prolongado. Se trataría de una especie de inyección reparadora que genera nuestro organismo con el fin de volver a recuperar el correcto equilibrio de todas las funciones.

Varias investigaciones han demostrado que cuando sufrimos situaciones de estrés puntuales y nuestro organismo las solventa como acabamos de explicar, el propio episodio de estrés resulta saludable para nuestro cuerpo. Sin embargo, el estrés crónico, (situaciones de estrés que se repiten una y otra vez por un tiempo prolongado), puede provocar disfunciones en el sistema endocannabinoide que conllevan consecuencias negativas para nuestra salud. Después de 40 días seguidos de estrés, este se puede calificar de crónico y es a partir de este punto cuando el sistema endocannabinoide comienza a fallar (Wang et al, 2015).

Lo que se puede observar habitualmente en los casos de estrés crónico, es que las personas que lo sufren pierden apetito, disminuyen su masa corporal y adquieren hábitos más sedentarios. Después de 40 días seguidos de estrés se comienzan a observar cambios anatómicos, uno de ellos es que la glándula suprarrenal, que es la encargada de producir cortisol (una la hormona encargada de incrementar los niveles de azúcar en la sangre, suprimir el sistema inmunológico y disminuir la formación ósea) incrementa en tamaño y peso. También se observa que la glándula timo, relacionada con las funciones del sistema inmunológico, reduce su tamaño. Así es como las funciones de estas dos glándulas primarias comienzan a cambiar.

Según apunta la investigadora, el estrés crónico termina afectando a todo nuestro organismo y disminuye considerablemente nuestros niveles de "felicidad", puesto que regula hacia la baja el sistema endocannabinoide y da lugar a síntomas similares a los de la depresión.

¿Cómo afecta el estrés a nuestro organismo?

Hallazgos recientes demuestran que el sistema endocannabinoide desempeña un papel importante de señalización de los endocannabinoides en las respuestas ante el estrés. Los efectos del estrés son distintos en las diferentes regiones del cerebro, pero se ha demostrado que ralentiza significativamente el sistema endocannaboinoide de los puntos críticos hedónicos del cerebro (Wang et al, 2015). En otras palabras, el estrés crónico produce unos cambios bioquímicos en nuestro cerebro que hacen que nos sintamos infelices.

En este proceso juega un papel muy importante lo que se conoce como eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (eje HHA). Un conjunto de influencias directas e interacciones entre el hipotálamo, la glándula pituitaria, y la antes mencionada glándula suprarrenal. Se podría decir que el eje HHA es "la cascada del estrés", que se origina en el hipotálamo (una región del cerebro), que activa la glándula pituitaria y esta a su vez activa la glándula suprarrenal, la cual produce cortisol, una sustancia que hace que sintamos físicamente las consecuencias del estrés. A su vez, el cortisol liberado por la glándula suprarrenal afecta a la pituitaria y esta de vuelta al hipotálamo, cerrando un ciclo de estrés que se retroalimenta y de este modo se repite una y otra vez haciéndose crónico (Wang et al, 2015).

Tanja Bagar afirma que cada elemento implicado en este proceso está relacionado con el sistema endocannabinoide, por tanto, si una persona que sufre estrés crónico, en el origen del ciclo, su sistema endocannabinoide hubiera funcionado correctamente, podría haberse activado y prevenir una reacción tan elevada del hipotálamo frente al estrés. Incluso, si solamente nos centráramos en la glándula suprarrenal, si esta persona hubiera tenido un sistema endocannabinoide funcionando correctamente, este le habría protegido creando mucho menos cortisol. Es de esta forma como el sistema endocannabinoide nos protege de procesos biológicos que pueden mermar nuestra felicidad (Morena M, Patel S, Bains JS, Hill MN).

¿Cómo pueden ayudar las cannabinoides a combatir la depresión?

Hasta hace poco se consideraba que la depresión era un problema relacionado con un desajuste bioquímico, se creía que la causa principal era la falta de producción de serotonina y por tanto los esfuerzos de las compañías farmacéuticas se centraban en diseñar medicamentos que afectaran a los niveles de dicha sustancia. Pero no es tan simple.

La Dra. Bagar afirma que el estrés crónico causa cambios físicos anatómicos en nuestro cerebro, haciendo que las células situadas en el córtex pre-frontal del cerebro comiencen a morir. Esta inhibición de la actividad neuronal hace que las células reciban una cantidad menor de la habitual de serotonina y esto afecta a nuestro estado de ánimo.

Con el fin de comprobar si los cannabinoides, y en este caso concretamente el CBD, pueden ser un tratamiento efectivo contra la depresión, se hizo un estudio con dos grupos de ratones a los que se les había sometido a estrés repetidamente hasta que habían alcanzado un estado de depresión. Se separaron los ratones en dos grupos, negros y blancos: a los negros se les dio CBD y a los blancos no.

El resultado fue que los ratones con estrés que recibieron CBD, mantuvieron su actividad neuronal casi igual que antes de sufrir estrés y no presentaron prácticamente cambios fisiológicos. Todo lo contrario que los ratones que no recibieron las dosis de CBD (Campos et al., 2013).

Según afirma la científica, este estudio demuestra que el CBD funciona como antidepresivo y ansiolítico porque evita los cambios físicos que se producen en el cerebro provocados por los ciclos de estrés y que inducen a la depresión. Parece ser, que el CBD en un cerebro sano podría prevenir la apoptosis neuronal (muerte programada de las células).

¿Qué podemos hacer para asegurarnos de que nuestro sistema endocannabinoide funciona correctamente?

Con las presiones de la sociedad moderna aumentando cada día, nuestro sistema endocannabinoide está expuesto a más desafíos que nunca (estrés, toxinas ambientales, amenazas microbianas, etc), nuestro derecho humano básico a estar sanos está en grave peligro. La Dra. Bagar apunta que la investigación científica en este campo nos ha proporcionado una cantidad abrumadora de datos que pueden sernos muy útiles. Datos que muestran que algunos fármacos pueden hacer que nuestro sistema endocannabinoide no funcione correctamente, medicamentos tan comunes como puede ser el paracetamol, que bloquea la descomposición de la anandamida (Dania et al, 2007), o la interrupción de la señalización del sistema endocannabinoide a través de la administración crónica de acetaminofén, que puede incluso causar síntomas del trastorno del espectro autista en niños (Schultz, 2010). Incluso existen investigaciones recientes que sugieren que los genes que codifican los receptores cannabinoides tienen un papel importante en el nivel de felicidad que experimentamos y en la magnitud de nuestra respuesta a los estímulos positivos (Matsunaga et al, 2014).

Los alimentos que elegimos para comer, los suplementos (probióticos, ácidos grasos omega 3) que tomamos, y la variedad de comidas y bebidas que consumimos, afectan al nivel de endocannabinoides y receptores cannabinoides que nuestro organismo genera (Schrieks et al, 2015). Así como los alimentos y productos farmacéuticos que consumimos afectan a las enzimas anabólicas y catabólicas responsables de la construcción y degradación tanto de los compuestos cannabinoides endógenos como de los exógenos (McPartland et al, 2014). Algunos alimentos como el aceite de oliva virgen extra contienen compuestos fenólicos que pueden estimular la expresión de los receptores cannabinoides (Di Francesco et al, 2015) y se ha demostrado que el masaje y el ejercicio aeróbico también aumentan los niveles de endocannabinoides. Incluso la acupuntura y el ayuno modulan el sistema endocannabinoide (McPartland et al, 2014).

Los medios de perseguir la felicidad son tan personales como el propio sistema endocannabinoide, nuestra percepción y evaluación emocional del entorno determinan, en gran medida, nuestras reacciones fisiológicas. Las mismas circunstancias que pueden calmar a algunos, pueden ser estresantes para otros. Pero la bioquímica subyacente de la felicidad sigue siendo la misma, con los endocannabinoides y el sistema endocannabinoide desempeñando un papel fundamental en el bienestar a largo plazo de todos los individuos. En este caso, la ignorancia ya no es una bendición.

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